Actualmente el quite quitting o renuncia silenciosa ocupa un margen importante en algunas compañías, un fenómeno que inicio como algo más que una denuncia en redes sociales se ha vuelto tendencia, la velocidad en que se masifico entre los jóvenes que están en este momento desempeñándose en diferentes empresas, identificándose con la situación que la joven ha descrito en el video. ¿A que se refiere?, es simplemente el hacer solo lo que se pide, lo estrictamente necesario en un puesto de trabajo, no ir más allá, no adquirir compromisos adicionales, prevaleciendo el desarrollo personal antes que cualquier proceso laboral, si bien se referiría a empleados cuya motivación con sus trabajos esta truncada es un tema que advierte diferentes aristas y se ha vuelto un tema complejo de manejar para las organizaciones, estos jóvenes hacen solo lo necesario, esperando quizás a encontrar en el proceso otro empleo que les permita desarrollar sus aficiones personales y motivarlos nuevamente.
La autora Laura Vanderkam en su columna de opinión publicada en el New York Times en su edición del 21 de septiembre, titulada, La renuncia silenciosa no es la solución, advierte que este movimiento, si bien afecta a las empresas es solo falta de gestión del tiempo, lo opuesto al agotamiento que tienen estos jóvenes, no es dejar de hacer cosas, es dinamizar y buscar tareas que impliquen participación activa relacionadas a las fortalezas profesionales del empleado o habilidades en las cuales tiene fortalezas, es organizar mejor el tiempo, evidenciado en el estudio que hizo la autora, en donde los participantes no retiraron labores o tareas de sus agendas, sino por el contrario se agregaron más pero con el diferencial de incluir una actividad personal de ocio, deportiva, social, familiar, gestionando mejor el tiempo en relación a las actividades laborales y las actividades que voluntariamente los participantes escogieron, se evitó espacios muertos de inactividad, el aplazamiento de tareas y la abrumadora carga de no ser coherentes con los compromisos laborales, gestionando el tiempo, las 168 horas semanales fueron de provecho para los participantes del estudio y arrojo resultados satisfactorios en cuanto a la motivación y la percepción de la responsabilidad con el trabajo.
Sin embargo, desde una óptica más local esta tendencia sigue avanzando y si bien es un comportamiento identificable desde los equipos de recursos humanos, aún no hay un estudio que aborde este problema en Colombia, la alta rotación, el costo de vida, los horarios, son características que los empleados de Colombia viven de forma particular a diferencia de otros empleados en otras partes del mundo, sin que este deje de ser una tendencia global. Para ahondar en el tema consultamos al abogado Carlos Barco, Socio y director de Álvarez Liévano Laserna, para identificar mejor el origen de esta tendencia, sus implicaciones y su afectación dentro de las organizaciones.
Legis Gestión Humana: ¿Qué es el quiet quitting, y de donde viene esta tendencia?
Carlos Barco: Es básicamente un movimiento mundial que se ha liderado, digamos mundial porque es más fácil hablar de cosas mundiales. Ahora, en el escenario de la virtualidad y en el escenario de la hiperconectividad de la juventud trabajadora, sobre todo.
Entonces es un es un movimiento que podría catalogarse de cierta manera como un activismo en los escenarios de trabajo podemos ahondar un poquito sobre esos conceptos que muchos jóvenes han estado siguiendo con mucho detenimiento. Esto nace con una activista de Tik-Tok que saca un video en esta red de micro videos en la que se hace una referencia a esto que se ha traducido como la renuncia silenciosa y básicamente como una resistencia de una comunidad trabajadora muy joven que ya de cierta manera no se siente identificada con valores corporativos o con tendencias de trabajo que tal vez identificaban a generaciones un poco mayores.
Digamos que ese es el núcleo y el origen de un gran movimiento de activismo social, de una juventud trabajadora que está viendo con otros ojos lo que significa vincularse a una empresa, vincularse al mercado de trabajo y ponerse a disposición de un empresario, de una corporación o de un sector económico en general.
Entonces, digamos que podríamos resumirlo como un movimiento social. Un activismo es de una juventud trabajadora de clase media o alta, hiperconectados y que por supuesto le representa muchos retos y muchas situaciones de reflexión para los empresarios de hoy en día.
Ese tipo de activismo al interior de las compañías, al interior de las corporaciones, ese tipo de movimientos que tenían que ver con el trabajo, pues por supuesto, históricamente estuvieron representados en los movimientos sindicales.
Lo que pasa es que los movimientos sindicales han apuntado históricamente también a otros escenarios, a otros tipos de personas, otros perfiles de trabajadores, también en perfiles específicos de industrias y lo que hemos visto en los últimos años es una evolución acelerada del planeta, del mundo, de la economía, de la forma de trabajar, de la forma de conectarnos, de la forma de comunicarnos, de la forma de entender el trabajo y eso, por supuesto, ha expuesto muchos otros frentes en los cuales los trabajadores, jóvenes o no tan jóvenes necesitan pronunciarse y han encontrado otras vías de comunicación que no son exclusivamente labor de un sindicato y también hay que tener en cuenta algo y es que las generaciones han evolucionado, han cambiado la generación que como las que hay hoy en día son jóvenes de menores de 30 o 35 años que ya han crecido en un entorno digital, son en su gran mayoría nativos digitales.
Entonces han encontrado una gran variedad de mecanismos de comunicación y de participar, que no han sido los tradicionales, que pueden ser organizaciones gremiales o sindicatos al interior de las empresas. Entonces hoy en día podemos hablar de una explosión, de una diversidad, de formas de manifestarse, de formas de expresarse, de formas de interactuar, que ya no son las que tenían ocurrencia hace 30, 40 o 50 años, donde en sus reclamos al interior de las empresas muchas veces los recogían organizaciones sindicales, ahora no, ahora las personas se unen por la vuelta de un clic a la vuelta de una conexión a internet, a la vuelta de mensajes de texto, de un chat, se pueden unir en sus intereses y esa unión en sus intereses, puede tener un impacto y un espectro de proyección muchísimo más amplio de lo que hace 40 o 50 años significaba un sindicato. La diferencia es que ahora los asuntos laborales que solían ser administrados por sindicatos, administrados por los gerentes de las compañías, los líderes de las compañías ahora se ponen en una discusión pública donde es muy fácil inter conectarse con personas de otros sectores, de otras empresas, de otros países, de otras regiones, para poder hacer un activismo a escala mundial como este de la renuncia silenciosa, que me pareció que ante todo es un activismo que es sumamente interesante como manifestación ciudadana, pero que representa, por supuesto, grandes retos para los empleadores en el nivel local y en el plano internacional.
LGH: ¿Qué sucede al interior de las empresas con esta tendencia?
Carlos Barco: Este movimiento, que insisto en denominarlo activismo, me parece que es una palabra acertada para para denominarlo.
Es un activismo juvenil, pero no un activismo juvenil, como un voluntariado que conocimos en los colegios, en las universidades, es un activismo de los trabajadores juveniles y por jóvenes o estoy refiriendo a una definición de hombres y mujeres menores de 28 años y podría uno hacer una extensión de un poquito más esa generación de los trabajadores hasta los 35 años donde están involucrados los teóricos han denominado la generación Z o los mismos millennials hasta los 35 años.
Esta es una generación que trabaja distinto porque siente distinto, porque piensa distinto y porque particularmente están permeados por haber crecido y haber nacido y haberse desarrollado y haberse formado en entornos ultra digitales donde han tenido un híper conexión con el resto del planeta, han tenido océanos de información a su disposición. Entonces, por supuesto, es una generación que piensa distinto, siente distinto y desde luego trabaja distinto y ese trabajar distinto implica que esta generación ya no está interesada en lo que a una generación anterior le hubiera interesado, por ejemplo, una estabilidad laboral perpetua, por ejemplo, un nivel salarial más alto. Los jóvenes de ahora tienen otras preocupaciones, quieren tener más tiempo libre, quieren tener facilidades para viajar, quieren tener, por ejemplo, facilidades para deslocalizar y hacer un trabajo virtual desde cualquier parte del planeta o el país.
Eventualmente, dependiendo de su actividad, de su función, entonces son trabajadores juveniles. insisto, no con esto los quiero infantilizar, sino que creo que hay que llamarlos por su nombre. Son trabajadores, jóvenes, trabajadores menores de 30 años, trabajadores menores en su gran mayoría, también de 35 años, que quieren unas cosas diferentes de una empresa y exigen unas cosas diferentes, como por ejemplo reconocimiento, ascensos, gratificaciones, oportunidades para estudiar oportunidades para viajar, oportunidades para crecer ya no están exclusivamente asociados a un beneficio económico, sino algo que les permita mayor conocimiento, mayor diversidad en los entornos laborales.
Y eso hace que entonces, cuando no encuentran esas características dentro de su empresa, dentro de un empleador, pues no se sienten motivados, no se sienten comprometidos con una causa que sea la misma causa del empleador y entonces como resistencia, y ahí es donde viene el activismo como resistencia, pues entonces se dedican a hacer lo mínimo que les es exigido, se dedican a hacerlo mínimo que les es obligatorio y básicamente cambian el chip y ya no se ponen la camiseta cómo se los pedían los empleadores hace algunas décadas, de hace algunos años ya no dan esa milla adicional, ya no hacen ese extra adicional como signo de compromiso, sino todo lo contrario, toman un rol pasivo de cumplir a cabalidad con lo que tienen que cumplir, pero sin involucrarse o sin comprometer emocional o personalmente con la causa del trabajo es una transformación cultural tremenda, porque en el medio de todo, pues de ambos ya además tenemos grandes luces en la filosofía contemporánea que nos dan dando tips de lo que está pasando con la cultura del trabajo en exceso y con la cultura del de dejarlo todo en el trabajo y fundirse la persona con el trabajo mismo.
De eso han hablado, entre otros muchos filósofos, Byung Chul Han, por ejemplo, el coreano con su famoso libro sobre la sociedad del cansancio y Zizek en otros escenarios también ahí, además, con un fuerte componente teórico filosófico que nos explica este agite y este ajetreo de las sociedades actuales que ven en el trabajo el valor supremo, pero al mismo tiempo absorbe lo que es la humanidad del trabajador.
LGH: ¿Qué puede hacer un equipo de recursos humanos frente a esta tendencia?
Carlos Barco: Lo que uno advierte es que los equipos y los líderes de recursos humanos primero tienen que, identificar muy bien cuál es la composición de estos trabajadores jóvenes e identificar muy bien quiénes son aquellos trabajadores que están en esta generación, por así decirlo, una nueva generación de trabajadores que sienten, piensan y exigen unas cosas diferentes y eso es algo que, por supuesto, cualquier líder de recursos humanos ya tiene demasiado claro quiénes son sus trabajadores y cuál es la composición etaria y por género de sus trabajadores.
Ahora lo siguiente es hacer un trabajo muy fino de identificar cuáles son los valores corporativos, la misión de la Corporación, no de la empresa, misma que pueda sintonizarse con eso que los trabajadores jóvenes quieren, necesitan y sienten.
Entonces, por ejemplo, ahí empiezan a jugar un papel muy importante los activismos llanos de los trabajadores propiamente dichos y no los activismos empresariales.
Entonces que una empresa lo haga, eso lo evaluará cada empresario en su sector, pero que las empresas tengan consignas públicas y que tengan consignas identificables por los trabajadores relativas a el cambio climático, al cuidado del medio ambiente, a la diversidad cultural,a la diversidad sexual a la equidad de género.
Ese tipo de cosas que son propias del debate público en el que están constantemente participando estos trabajadores por las redes sociales y en sus comunidades particulares pues suelen ser muy sensibles y cuando ellos se ven identificados con la empresa que está hablando su mismo idioma, pues pueden sentir un feeling particular de engancharse emocionalmente también con los postulados de esa empresa.
Yo creo que de cierta manera hay que hacer un ejercicio muy cuidadoso de aterrizar los valores corporativos, de actualizar los valores corporativos, de aterrizar la misión y la visión de la empresa y actualizarla de cierta manera también para hacerla un poco más entendible y amigable, armonizada con estas nuevas generaciones de trabajadores que están viendo el mundo de una forma diferente y por supuesto, también es muy importante que en el día a día, los líderes de los recursos humanos puedan escuchar y tener la sensibilidad de entender qué piensan y que necesitan esos trabajadores jóvenes, esos trabajadores que ya no se dejan tentar por un salario más alto no en todos los casos, pero sí les si les gusta escuchar otro tipo de beneficios que no son directamente económicos, como un cheque, algo que le hubiera interesado a generaciones anteriores, pero que por ejemplo, tiene que ver con la oportunidad de algo tan sencillo como un día libre, el día libre por un cumpleaños o X días libres a cada periodo de tiempo en función de una productividad, de un rendimiento vincularse con causas sociales o comunitarias por parte del liderazgo de las empresas y reconocer la importancia de de darle a esos trabajadores jóvenes hiper digitalizados la oportunidad de hacer su trabajo de una forma remota o por lo menos híbrida que sus trabajadores jóvenes puedan escoger pagar un Airbnb en Santa Marta y trabajar al frente del mar y cumplir con un estilo de vida que es más afín a ellos, que puedan salir del país y trabajar por fuera del país, que puedan estudiar que puedan hacer otro tipo de actividades, que sean mucho más culturales y mucho más sociales que simplemente recibir un cheque.
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