Tuve la enorme fortuna de tener mentoría en mi propia casa con mi padre quien siempre me impulsó a ser independiente, a tener disciplina en todo lo que emprendiera y a ayudar a los demás. Y el destino me llevó a conocer mi compañero de vida y coequipero de emprendimiento que me ha permitido ser yo misma en todas mis dimensiones. Y menciono esto al inicio porque el poder femenino no se construye si no hay una verdadera voluntad masculina.
Después de tantos años he podido sumar una experiencia personal increíble sobre el liderazgo femenino que aunque no quisiera, aún debemos colocarle el mote de femenino, para enfatizar la diferenciación. Y es que como tristemente suele ser, el camino de pasar de ser “la hija de”, “la esposa de”, a la “líder de”, no ha sido una corriente fácil.
Considero que una mezcla entre disciplina, capacidad de trabajo y empatía con las personas, me ha llevado a tener reconocimiento como líder, más allá del simple cargo de gerente de una empresa. Creo genuinamente que para destacar un liderazgo, primero debe darse ejemplo de trabajo y esfuerzo, transferir conocimiento sin reservas, movilizar hacía objetivos comunes, e inspirar en la búsqueda de mejorar como personas, dejando huella en los que nos rodean.
La responsabilidad de ejercer un liderazgo en más de 300 personas y con el mas del 80% de mujeres, no debe tomarse a la ligera, y es básicamente la tarea permanente: cómo impactar de manera positiva mediante todo lo que hacemos, mediante decisiones fundadas y justas, y mediante el empoderamiento de los que nos siguen de manera generosa y solidaria. Y aquí me quiero detener en que uno de los pilares del liderazgo debe ser pasar el “totem” a otros que quieren tener la oportunidad de crecer y fortalecerse como líderes también, y en este punto me gusta impulsar especialmente a las mujeres que tienen estos propósitos a lograrlo, a ser empoderadas, a confiar en sí mismas y sus capacidades, a que puedan seguirse preparando y a la vez permitiendo espacios de equilibrio entre la vida personal y profesional.
Considero ese es el mejor legado de liderazgo femenino, el hacer que otras mujeres puedan tener voz y voto, escuchar y valorar su opinión, que puedan decidir, que asuman riesgos y responsabilidades, que encuentren su propio estilo de liderazgo, que puedan ascender a cargos directivos, como así lo hemos hecho; y sobre todo, propender por un espacio de trabajo libre y seguro en términos de acoso laboral o de otras índoles.
En todos estos años he defendido la voz femenina, empezando por la mía propia, en la autodefinición de esta voz, en buscar ser escuchada, y en que tenga un propósito firme y poderoso. Para nadie es un secreto que como mujer, hacerse escuchar no es fácil, que históricamente las mujeres no hemos tenido una voz pública reconocida y que las que lo han logrado, muchas veces han “masculinizado” su voz para adquirir autoridad.
Referencio a Mary Beard en el capítulo La voz pública de las mujeres, en su libro: Mujeres y Poder Un Manifiesto; copio textualmente: “Hemos de volver a algunos de los principios básicos de la naturaleza de la autoridad hablada, de aquello que la compone de cómo hemos aprendido a oír autoridad allí donde la oímos. Por consiguiente, en vez de impulsar a las mujeres a reeducar la voz para adquirir un tono agradable, profundo, ronco y totalmente artificial, deberíamos analizar las fallas y fracturas que subyace en el discurso masculino dominante”.
Es así como seguir construyendo una voz (mi propia voz) que se escuche, que inspire y sea reconocida, es mi labor constante y a través de ella hacer que se escuchen las demás.
En esa construcción incesante, también hay lugar para cimentar ambientes inclusivos y sin discriminacion, que permitan la libre expresión respetuosa y amable, así como promover el retorno de los buenos dones a la comunidad, a través de la responsabilidad social.
Ahora bien, ser líder femenino involucra también otras esferas de nuestra vida cotidiana, ser líderes del hogar, en la familia, en el conjunto de la amistad y en el entorno social, ser multifacéticas sin afectar nuestra esfera mental (en pocas palabras sin enloquecernos), y en ese liderazgo darle prioridad a lo que es realmente valioso, a formar en valores, a buscar la unión, y entregar como regalo el tiempo y la compañía por encima de todo.
En lo personal, considero que todas las mujeres son líderes en algún ámbito o esfera de su vida, y que el reconocimiento a ese liderazgo es vital para seguir fortaleciendo, y si no lo obtenemos del género contrario, por lo menos entre mujeres reconocernos en la labor incansable por enaltecer la voz.